El sector inmobiliario es uno de los sectores que mayor impulso ha dado a la digitalización en los últimos años, pasando de ser un sector más bien “clásico” a convertirse en uno de los sectores más innovadores y que más rápido avanza en el panorama digital.

Solemos encontrar empresas de todo tipo que trabajan en distintos canales de marketing pero no lo hacen desde la armonía, es decir, no retroalimentan las acciones que realizan las unas con las otras y por culpa de esa desincronización no consiguen los resultados más óptimos, y por supuesto, tampoco los más rentables.

Una de las líneas de acción en las que menos recursos se destinan es el branding, y es que, a priori, el branding es una vía de trabajo que no nos ayudará a obtener resultados rápidamente, sino que deberíamos trabajarlo como una carrera de fondo.

Branding en el Real Estate

Lo primero, ¿a qué llamamos branding? El branding, lo componen un conjunto de acciones que tienen relación con el posicionamiento, los objetivos y valores de una marca.

Este tipo de estrategia se usa para influir en las decisiones de compra de los potenciales clientes, haciéndola conocida, empática y/o atractiva para el individuo y generando una imagen positiva en la mente del consumidor.

Por eso es importante reflexionar: ¿tu marca tiene una voz propia? ¿cuentas con una identidad corporativa más allá de tu logo y colores corporativos? Si la respuesta a esas dos preguntas ha sido no, desde luego, tienes mucho trabajo por delante pero nunca hay mejor momento que este preciso instante para empezar con ello.

Una vez que hayas creado la identidad de tu marca, ten en cuenta que existen varios canales, imprescindibles, en los que deberás apoyar tu estrategia de branding y que tendrá que coexistir con el resto de acciones de marketing de tu negocio.

Posicionamiento

Es necesario trabajar en algo vital para cualquier negocio: que quien necesite, nos encuentre. Parece evidente pero a veces no destinamos el suficiente esfuerzo en ello.

El posicionamiento se puede trabajar en cualquier canal que contenga un buscador, porque como su nombre indica, lo que se trabaja es precisamente “la posición” que ocupará nuestra marca en los resultados, ¿esto qué quiere decir? Que el posicionamiento también se trabaja desde las redes sociales, desde nuestra página web y desde todos aquellos canales que nos interesen y tengamos que compartir “espacio” con nuestros competidores reales.

No obstante, centrándonos en el clásico posicionamiento web, es importante diferenciar dos tipos:

Posicionamiento SEM

Es el posicionamiento de pago en los búscadores. A través de Google Ads (u otras plataformas si trabajamos con otros buscadores como Bing Ads) podremos configurar y crear una campaña en el que pujemos por aquellos términos en los que queramos aparecer en primeras posiciones, algo que a priori puede parecer sencillo pero que requiere de conocimientos técnicos avanzados para conseguir unos resultados rentables, ya que, bajo el criterio de Google, el coste por clic (al pinchar sobre nuestras palabras clave) puede variar en función de varios aspectos: la puja que realicemos, el nivel de calidad de nuestra campaña y el nivel de calidad de la página de destino.

Posicionamiento SEO

Es el posicionamiento natural, no se paga por ello, pero trabajamos porque la programación, características técnicas y contenidos arrojen resultados relevantes para las palabras clave en las que queremos trabajar y Google (o el buscador en el que trabajemos) nos vaya subiendo en el ranking de resultados por ir aportando el mayor nivel de calidad.

El SEO compromete muchos aspectos de la web, y es que Google tiene una gran cantidad de requerimientos en los que va valorando cada sitio web, algunos de ellos son: estructura web, contenidos del sitio, velocidad de carga, experiencia de usuario, etc. Por eso es algo imprescindible de trabajar por un profesional en la materia, igual que ocurre con el SEM, en el que a nivel usuario algo se puede avanzar pero para obtener buenos resultados son necesarios los conocimientos técnicos suficientes.

Redes Sociales

Lo fundamental para trabajar nuestra marca dentro de las redes sociales, sin duda, es plantearnos dos cuestiones antes de empezar:

  • ¿en qué redes se encuentra mi público objetivo?
  • De esas redes, ¿en cuáles soy capaz de crear contenido periódico de calidad?

Debemos tener claro, además, qué mensajes queremos lanzar desde las redes sociales a nuestro público objetivo, la actitud más o menos formal que adoptaremos, etc.

Evidentemente, en función de nuestro público, variarán mucho estas cuestiones. No se suele usar el mismo tono en Instagram o en LinkedIn ni nos referimos a gente mayor de 50 años que a menores de 30 años. Todo deberá ir en consonancia y siguiendo una línea coherente tanto en mensaje, forma y contenido.

En cuanto al contenido que vayamos publicando en nuestras redes es fundamental no abusar de los mensajes comerciales. El usuario de redes sociales solo seguirá a cuentas que le aporten información y contenido útil, interesante, si son mensajes puramente comerciales no lo diferenciarán de los cientos de mensajes que diariamente nos impactan como anuncios publicitarios de venta directa.

Email Marketing

Otra de las herramientas fundamentales para consolidar el branding de nuestro negocio es emplear el email marketing.

Para trabajarlo adecuadamente, es necesario realizar listas atendiendo a distintos criterios en función de los contenidos e intereses que a nivel corporativo se tengan: clientes, prospectos, compradores que repiten, clientes antiguos, etc.

Mensajes útiles, contenido de calidad y acciones que permitan que nuestra marca permanezca en la mente del consumidor, siempre adaptándolo a los objetivos de la empresa y el tipo de lista que estemos utilizando.

Publicidad digital

A parte del posicionamiento SEM, es útil apoyarse en otros formatos de publicidad digital tales como los social media ads (publicidad en redes sociales), en los que plataformas como Facebook e Instagram Ads están adquiriendo mucho protagonismo dentro de las estrategias de venta dentro del sector inmobiliario u otros espacios publicitarios a través de la programática.

En conclusión, debemos trabajar el branding de nuestra marca desde una estrategia elaborada en base a nuestros objetivos y recursos. Priorizando siempre aquellos canales en los que nuestro target pueda estar más presente y donde podamos hacer una aportación más útil que nos ayude a exportar una imagen de nuestra marca optimista, empática y atractiva hacia nuestro potenciales clientes, y por supuesto, que siempre vaya en paralelo con el resto de acciones de marketing que estemos realizando aunque estén enfocados a otros objetivos.

Por ello es tan importante trabajar en una estrategia 360, un plan de acción global, para que, aunque realicemos acciones con objetivos diferentes todas vayan alineadas dentro de una misma estrategia hacia una meta común.

 

Fátima Hinjos

COO de Posizionarte