Hace tiempo que todos nos hemos ido adaptando a la tecnología, las generaciones más jóvenes han nacido ya en un entorno digital. Las aplicaciones, los Smartphones, Internet, los ordenadores… son imprescindibles en nuestra vida. Y así, un sinfín de cosas que nos envuelven en nuestro hogar, en nuestros vehículos de transporte, en nuestra forma de comprar, de gestionar nuestra salud y en un largo etcétera de actividades habituales.

La tecnología nos inunda y nos condiciona la manera de vivir. Estamos entrando en un momento transcendental, en el que estamos pasando de ofrecer mucha tecnología a una mejor tecnología. Hay que empezar a reescribir nuestra relación con la tecnología y no sólo porque sea menos intrusiva, sino porque sea más eficaz y más eficiente. Queremos todas las ventajas de la tecnología, pero queremos también que sea más transparente, que no se  note pero que nos dé todo lo necesario.

La tecnología se debe empezar a pensar mejor para que sea más sostenible, más ecológica, más integrada, pero menos intrusiva, en menos pasos necesitamos más y además, necesitamos tecnologías más seguras, más capaces y más colaborativas. El cliente debe seguir siendo el centro de las operaciones y por tanto, necesita que le solucionemos sus necesidades, casi imperceptiblemente, casi sin que sepa que le hemos ayudado, pero aplicando todas las soluciones tecnológicas posibles para que ese resultado sea el mejor posible.

Esta obsesión por mejorar la tecnología que se aplica a todo, nace de la necesidad de obtener el máximo rendimiento posible a la  innovación que tenemos a nuestro alcance ahora mismo. Pocas personas son capaces de utilizar todo el potencial de la tecnología que hay a nuestro alrededor, por ejemplo, casi nadie consigue extraer todo el potencial a su Smartphone, quizás sea porque la tecnología y sus inventores nos lo tienen que poner más fácil haciendo las soluciones más intuitivas. Tenemos mucha cantidad de aplicaciones, con un sinfín de soluciones, pero tenemos que ser activos para conseguir resultados. La tecnología nos tiene que ayudar a obtener mucho más, aún siendo pasivos, sin tener que pedirlo, esa sería la auténtica aplicación límite de la tecnología, que nos ayude a conseguir respuesta, justo cuando nos hacemos preguntas e incluso un segundo antes.

Es obvio que las empresas aplican tecnología, pero sabemos que tenemos que aplicar una tecnología mejor para ayudar a nuestros clientes, satisfaciendo así, sus necesidades conocidas y desconocidas.

Gustavo Lopez

Director de operaciones del Grupo API